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ACI Prensa, 13 de marzo de 2019 2:35 pm
El lunes 11 de marzo quedó conformado el Tribunal Eclesiástico Castrense que examinará un presunto milagro atribuido a la intercesión del Siervo de Dios Enrique Shaw, empresario católico y miembro de la Fuerza Armada Argentina.
El Obispo Castrense de Argentina, Mons. Santiago Olivera, tomó el juramento canónico a los integrantes en la Catedral Castrense Stella Maris, ubicada en el barrio Retiro de Buenos Aires.
El Tribunal quedó conformado por Mons. José Antonio Passarell como juez delegado e instructor; el P. Juan Lisandro Scarabino como promotor de justicia; el P. Sergio Omar Fochesato, como perito médico; Carlos Alberto González, abogado, canciller y secretario general del Obispado Castrense, como notario actuario; y Cecilia Imbrogno, virgen consagrada, como notaria adjunta.
Enrique Shaw, dijo Mons. Olivera luego de firmar los documentos correspondientes, “fue un integrante de nuestra Armada Argentina, un destacado padre de familia y un ejemplo de empresario, sin dudas nos produce mucha alegría iniciar esta causa, es un día muy importante para el obispado castrense de la Argentina”.
Al recordar su encuentro con el Papa Francisco el 4 de marzo en Roma, el Prelado señaló que el Pontífice “manifestó su admiración por este Siervo de Dios y la importancia que tiene que pronto pueda ser puesto como modelo para los empresarios y modelo de laico”.
“En la medida que avancemos en la investigación, llegaremos al final de la misma para que con su veredicto, en caso de ser positivo, poder avanzar y presentar todo ante la Santa Sede”, explicó Mons. Olivera.
Breve biografía
Hijo de padres argentinos, Enrique Shaw nació el 26 de febrero de 1921 en París (Francia). Dos años después su familia regresa a Argentina. A los 4 años perdió a su madre y su padre, cumpliendo con el pedido de su esposa, confió la formación de su hijo a un sacerdote sacramentino.
Fue alumno del colegio De La Salle, donde sobresalió no solo en el ámbito académico sino en profunda fe. Posteriormente ingresó en la Escuela Naval Militar donde ejerció una comprometida labor apostólica principalmente en los rigurosos mares del Sur.
En 1943 se casó con Cecilia Bunge, con quien tuvo 9 hijos. En 1945 pide la baja en la Armada Argentina, con el propósito de convertirse en obrero y hacer apostolado entre la clase trabajadora.
Sin embargo, el consejo de un sacerdote le abrió otra perspectiva y decidió llevar el Evangelio al empresariado. De esta manera, Enrique Shaw fue uno de los impulsores y primer presidente de la creación de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE).
Integró el primer Consejo de Administración de la Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires (UCA); trabajó en la conformación del Movimiento Familiar Cristiano (MFC) y promovió la sanción de la Ley de Asignaciones Familiares.
Falleció el 27 de agosto de 1962, a los 41 años, producto de un cáncer. Entre sus frases más recordadas están “nada anda bien en una sociedad donde muchos están mal” y “en la empresa hay que hacer crecer a los trabajadores en su dignidad”.
Con el impulso de autoridades eclesiásticas y de la misma Asociación Cristiana de Dirigentes se dieron los primeros pasos para su proceso de beatificación que completó la fase diocesana en el 2013.
El proceso se inició siendo Arzobispo de Buenos Aires, el entonces Cardenal Jorge Bergoglio, hoy Papa Francisco.
Conozca más sobre la vida del Siervo de Dios Enrique Shaw AQUÍ.
Oración de intercesión al Siervo de Dios Enrique Shaw
Oh Dios, tu siervo Enrique nos dio un alegre ejemplo de vida cristiana a través de su quehacer cotidiano en la familia, el trabajo, la empresa y la sociedad. Ayúdame a seguir sus pasos con una profunda vida de unión contigo y de apostolado cristiano. Dígnate glorificarlo y concédeme por su intercesión el favor que te pido (…).
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
(Padrenuestro, Avemaría, Gloria).
Hijo de padres argentinos, Sara Tornquist y Alejandro Shaw, Enrique nació en París el 26 de Febrero de 1921. En el año 1923, su familia regresa al país. Su madre fallece cuando Enrique tenía cuatro años, pero su esposo cumplió el deseo póstumo de Sara y confió su formación religiosa a un sacerdote Sacramentino. En el Colegio de La Salle de Buenos Aires fue un alumno sobresaliente. Pero lo que más distinguía a Enrique era su profunda fe religiosa: comulgaba diariamente y era miembro directivo de la Congregación Mariana.
Paloma Llaneza (Madrid, 1965) fue una de las primeras usuarias de Facebook. Pero esta abogada experta en protección de datos, al ver cómo funcionaba la red social y la información suya que recopilaba, borró su cuenta. El día que la compañía de Zuckerberg compró WhatsApp también desinstaló de su teléfono este servicio de mensajería instantánea. Y envió un mensaje a todos sus contactos: “Facebook ha comprado WhatsApp y lo ha comprado por los usuarios, lo ha comprado por vuestros datos. Yo me voy”.
“Los datos son valiosos porque dicen muchísimo de nosotros y somos votantes potenciales, compradores potenciales y peticionarios de servicios de transporte, salud, educación y crédito potenciales. El mundo gira alrededor de nuestras necesidades. Cuanto mejor te conozca a ti, mejor seré capaz de venderte lo que creo que necesitas, aunque tú no creas necesitarlo aún, y de negarte lo que pides”, explica en una entrevista a EL PAÍS. Llaneza, que también es auditora de sistemas y consultora en ciberseguridad, acaba de publicar Datanomics, un libro en el que explica qué hacen las empresas tecnológicas con nuestros datos personales.
El día que WhatsApp hable de todo lo que le hablamos se acaba el mundo
El coste de tener instaladas aplicaciones como Facebook, Whatsapp o Instagram “es muy alto”: “El día que WhatsApp hable de todo lo que le hablamos se acaba el mundo”.
Los gigantes tecnológicos llegan a conocer al usuario mejor que unos padres, una pareja o incluso uno mismo. “Lo que más nos dice de un ser humano es aquello que oculta de sí mismo: su parte emocional. Las redes sociales permiten saber cuál es tu estado de ánimo en tiempo real, si estás sufriendo de amores o buscando medicación para los nervios, si tienes depresión, si abusas demasiado del alcohol, si sales mucho o si la música que escuchas indica una tendencia al suicidio o una melancolía transitoria que forma parte de tu carácter”, asegura la abogada.
Facebook analizó datos de más de seis millones de adolescentes australianos y neozelandeses para determinar su estado de ánimo y facilitar a los anunciantes información sobre los momentos en los que se sentían más vulnerables, según un documento de la compañía en Australia filtrado en 2017 por el periódico The Australian. Al saber cómo es una persona y cómo siente en cada instante, las empresas pueden venderle en el momento oportuno “cualquier cosa que emocionalmente necesite”: “Una idea, un pensamiento, un partido político, un modo de vida o incluso un sentimiento de superioridad nacional”. “Esto que es preocupante ha funcionado muy bien en el Brexit, en las elecciones de Trump y en alguna elección reciente en España”, afirma Llaneza.
Para evitar que las compañías tecnológicas recopilen datos sobre nosotros, Llaneza afirma que la única solución es borrar este tipo de aplicaciones: “No hay un consejo intermedio, da igual compartir más o menos publicaciones”. “La parametrización de privacidad que hace Facebook está pensada para terceros, pero Facebook lo ve todo y guarda hasta tus arrepentimientos, incluso ese correo que ibas a mandar poniendo a caer de un burro a alguien y que luego decidiste no hacerlo. Porque un arrepentimiento dice de ti mucho más que lo que mandas”, explica. Hacer un uso menos intensivo de estas aplicaciones no serviría, según Llaneza, ya que “tienen un montón de permisos para acceder a tu teléfono móvil”: “Incluso por cómo mueves el teléfono y tecleas, tienen una huella biométrica tuya que te identifica con un alto grado de probabilidad”.
Facebook lo ve todo y guarda hasta tus arrepentimientos, que dicen de ti mucho más que lo que mandas
Los dispositivos y las aplicaciones están pensados para ser “usables, molones y altamente adictivos”. El problema es que la percepción del riesgo entre los usuarios “es muy baja”: “Nadie es consciente de la cantidad brutal de información que da a un móvil incluso sin tocarlo”. “Tener un móvil o a Alexa encima de la mesa de tu casa te parece lo más normal y, sin embargo, no tendrías un señor sentado en el salón de tu casa todos los días observando cómo hablas o viendo como meriendas. Es mucho más peligroso tener a Alexa encima de la mesa que a ese señor, que tiene una memoria humana y se le va a olvidar la mitad de lo que oiga”, concluye Llaneza.
Las compañías sacan rentabilidad a los datos de sus usuarios “a base de vender la publicidad targetizada y de generar otros negocios alrededor de esa información”. Mientras que en Europa hay una regulación “más o menos estricta”, en EE UU “el hecho de que te caiga una pena más o menos grave, tengas acceso a distintas universidades o te denieguen un crédito, un seguro o un servicio médico dependerá de los datos tratados sobre ti”. ¿Por qué a pesar de no haber impagado nunca una deuda, te pueden denegar un crédito? “Porque los nuevos sistemas son predictivos y no analizan el pasado, sino que leen el futuro”, afirma Llaneza. Si un modelo predice por ejemplo que alguien tiene una alta probabilididad de divorciarse y su capacidad económica bajará, es posible que no se le conceda una hipoteca.
El uso de estos sistemas conlleva un riesgo, ya que los datos con los que los algoritmos son entrenados están condicionados por nuestros conocimientos y prejuicios. Además, las máquinas terminan siendo en ocasiones una caja negra que hace imposible entender qué camino ha seguido el modelo para llegar a una determinada conclusión: “Una de las grandes cuestiones que tenemos delante es la transparencia algorítmica. Usted ha tomado una decisión: ¿Por qué y cómo?”. “La propiedad de datos ya está regulada. Lo que ahora debemos regular es el control sobre el resultado del tratamiento sobre esos datos”, afirma la abogada.
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